En los últimos días numerosos medios han recogido la alarmante situación que viven los habitantes de un pequeño pueblo de la provincia de Segovia llamado Carbonero de Ahusín, donde las termitas llevan años devorando las estructuras de madera de sus casas. Al parecer los primeros casos se detectaron hace 30 años, y la falta de acción contra las termitas ha derivado en una extensión de la plaga a la práctica totalidad de viviendas y edificios de la localidad.
La situación es tan preocupante que los vecinos han creado una asociación llamada “La Madera” para intentar encontrar algún tipo de ayuda en cualquier entidad o institución posible, como el Ayuntamiento, la Diputación de Segovia o las consejerías de Sanidad y Agricultura de la Junta de Castilla y León. Al parecer la Diputación se comprometió a enviar a algún técnico para valorar la situación, pero nunca llegó nadie. Azucena Llorente, la presidenta de la asociación, dice haber probado todo sin ningún resultado.
Los vecinos llevan tiempo haciendo la guerra contra las termitas por su cuenta, unos aplicando los pertinentes tratamientos contra las termitas, y otros sustituyendo la madera de sus casas cada cierto tiempo. El problema es que quienes no cuentan con el dinero necesario del tratamiento para la eliminación de las termitas, acaban gastando el dinero en sustituciones de marcos de puertas y ventanas e incluso vigas estructurales. La propia ermita del pueblo tuvo que ver reemplazada la viga de madera que sostenía la tribuna para evitar riesgos. Las colonias de termitas que viven en el subsuelo vuelven a atacar la madera una vez repuesta y al de unos años esta vuelve a estar deteriorada. Incluso hay quienes temen la posibilidad de que el pueblo acabe muriendo ante el voraz avance de las termitas. La imposibilidad de unos para mantener sus casas y la dificultad de la venta de inmuebles a nuevos inquilinos debido a su estado, amenaza con la supervivencia de este pequeño pueblo segoviano, que observa cómo estos pequeños insectos devoran lenta y silenciosamente la madera de sus casas.
Una detección a tiempo y la aplicación de los debidos tratamientos habrían reducido los daños y los costes para controlar esta plaga, pero está claro que una vez llegados a esta situación, todo apunta a que la búsqueda de una solución conjunta para todos los vecinos de la localidad debe ser la mejor opción.